El uso del plasma rico en factores de crecimiento aplicado a la salud bucal
El plasma rico en factores de crecimiento (PRGF o PRP) es una técnica diferenciadora, avalada por la comunidad científica a través de cientos de investigaciones, que se emplea en multitud de especialidades médicas, con el objetivo de favorecer la regeneración de los tejidos del organismo tras realizar diferentes tratamientos.
Para llevarla a cabo, basta con extraer una pequeña cantidad de sangre del paciente y someterla a un proceso de centrifugación, separando los llamados factores de crecimiento, que son responsables de la reparación y regeneración de los tejidos de nuestro organismo.
Estas proteínas, que se encuentran en el plasma sanguíneo, son aisladas y estimuladas, desarrollando así su capacidad para reconstruir tejidos que hayan podido verse afectados y acelerando la recuperación de los mismos tras el tratamiento.
Son muchas las disciplinas médicas, como la odontología, que se han visto beneficiadas por la implantación de esta revolucionaria tecnología biomédica, ofreciendo múltiples ventajas tanto a los pacientes como a los profesionales.
Entre sus numerosas virtudes se encuentran una mejor integración de los implantes en el hueso, la reducción del dolor y la inflamación en el postoperatorio, y una notable disminución de las complicaciones que puedan surgir tras el tratamiento. Además, La cicatrización tiene lugar de una forma más rápida, puesto que los tejidos se regeneran con mayor velocidad.
De este modo, el uso del plasma rico en factores de crecimiento ha demostrado ser una técnica especialmente eficaz en pacientes con pérdida de hueso, extracciones dentales, implantes dentales o defectos periodontales. Además, permite realizar los tratamientos de una forma mucho menos invasiva y con unos resultados más predecibles.
En el uso del plasma rico en factores de crecimiento se suceden cuatro etapas diferenciadas. Primero tiene lugar la extracción de sangre al paciente, luego la concentración de todas las plaquetas de la extracción, después se procede a activar la liberación de los factores de crecimiento y, finalmente, se obtiene un coágulo o membrana de fibrina autóloga (procedente del propio paciente), que puede utilizarse sobre el área a regenerar.
Por último, hay que destacar que se trata de una técnica que requiere la puesta en marcha de un riguroso protocolo, así como la utilización de material homologado y específico para éste procedimiento, por lo que siempre debe ser llevada a cabo por especialistas que garanticen el éxito del tratamiento.
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